martes, 19 de mayo de 2015

Los pasillos de la memoria








Los pasillos de la memoria

El pueblo es una entidad compleja, es conforme va siendo, permanece en una especie de cuerpo abstracto-conceptual que siempre está cerca de definirlo. Un pueblo se integra de varias cabezas, múltiples cuerpos, diversas voluntades, pero una sola identidad colectiva, y por ende una sola memoria, también colectiva, la cual se conforma de recuerdos, procesos de identificación con hechos, movimientos, sucesos y eventos del pasado, así como el reconocimiento con los vestigios de aquellos.

También podríamos decir que los cuerpos, como estructura, condicionamiento y archivo, pueden ser depositarios de ese proceso de “memorización general”, así como las acciones, actitudes, manías colectivas o las costumbres.

En ese sentido el proceso histórico de un pueblo también es posible ubicarlo en las dinámicas de la vida individual con respecto a la vida en sociedad, por lo tanto me arriesgo a decir que el pueblo mexicano lleva en el ADN colectivo tanto a Porfirio Díaz, como a Emiliano Zapata, y a Díaz Ordaz como al Subcomandante Marcos, Galeano, o al Guerrillero-antes-conocido-como-Marcos.

El mexicano ha sido, hasta ahora, resultado de un proceso histórico complejo y contradictorio, en el que unas veces ha salido victorioso, en muchas ocasiones derrotado, pero casi siempre ha soportado, aguantado coyunturas complicadas, es un sobreviviente de sí mismo.

Sin embargo es un pueblo que parece no hacer consciente su memoria colectiva, la vive, la lleva en el cuerpo, pero se niega a reconocer que ya ha pasado por dictaduras, guerras, hambrunas, procesos históricos traumáticos, y que también ha vivido etapas cortas pero sustanciosas de paz y equilibrio, y que también es un ente permanentemente en crisis, y así enfrenta una realidad global que cada vez es más agresiva.

México no sabe conscientemente que ya pasó por una dictadura no muy lejana a las formas de hacer política de la actual partidocracia, es decir: concentración del poder en pocas manos, toma de decisiones centralizada, elitización de los procesos de funcionalidad política, encriptación del lenguaje en los procesos de pensamiento colectivo de lo político, tecnocracia, etc.

En la calle es donde se nota como piensa México su memoria, es en los comportamientos colectivos donde podría verse, por ejemplo, porqué no hemos tenido otra revolución, pero porqué sí hemos tenido un conflicto interno entre grupos de poder alrededor del narcotráfico, con un costo similar al de una guerra civil, pero sin aspirar a tener los resultados de un reacomodo social beneficioso, es decir, está inmerso en un proceso de socialización de daños, en una dinámica que responde al interés político de un grupo de poder que no es mexicano, el Congreso de los EEUU.

La memoria colectiva del mexicano del extremo contemporáneo oculta en algún punto de ese largo pasillo una revolución, varios levantamientos armados, represión, muerte, injusticia, pero también una voluntad de sobrevivir invaluable, que le ha permitido pasar de una crisis a otra con mucho trabajo, pero con una alegría inexplicable, gracias a esa capacidad de reírse de sí mismo y de su desgracia.

Pero también es evidente que las lecciones no han sido suficientes:

Que no se puede confiar en los caudillos
Que un esquema de poder que dura más de veinte años es nocivo
Que no hay fórmulas mágicas para salir de una crisis
 El de Estados Unidos no ha sido un gobierno amigo
  El gobierno estadounidense no tiene amigos, tiene intereses
 No se puede confiar en que los demás van a solucionar nada
  La apatía nunca ha resuelto nada
  Que las crisis sólo se resuelven con soluciones radicales
Que México es una nación plural y no un centro de márgenes subsidiarios
Y que Federalismo no significa tener una serie de caciques sujetos al centro de poder 

Sobre todo, que un País no es un ente que tenga una versión definitiva, se construye colectivamente, día con día, y TODOS juntos.

Teófilo Guerrero











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